La “modélica” Transición
Como se puede observar, la “democracia española” está viciada en su origen y no puede ser denominada como tal.
La mal llamada Transición estuvo dirigida por la CIA y la socialdemocracia alemana, con el beneplácito de los franquistas. Se trataba de evitar una revolución tras la muerte de Franco, y para ello decidieron construir un partido de “izquierdas” que desbancara a un, por aquel entonces, creciente PCE. En realidad el partido de “izquierdas” no tuvo que ser creado, sino “moldeado”, porque para esa tarea fueron tentados ciertos individuos del PSOE, que aceptaron el trabajo encomendado.
Entre los que permanecían en el estado y los que estaban en el exilio, en los sesenta el PSOE era poco más que un puñado de militantes. El 14 de octubre de 1974 se clausuró su XIII Congreso en la ciudad francesa de Suresnes, y de aquel congreso salió dirigiendo el partido Felipe González, “Isidoro”, el hombre que se necesitaba para llevar a cabo el plan de resurgir al partido “izquierdista” que asfixiara al PCE; aunque, si bien es cierto y como ya he comentado unas líneas más arriba, la dirección de este último partido tampoco estuvo a la altura de las circunstancias, ya que llegó a aceptar condiciones y propuestas totalmente inaceptables.
El “socialista” Felipe González acudió a Suresnes con la paradójica ayuda del Servicio Central de la Presidencia de Gobierno, que se encargó de facilitarle el pasaporte. A partir de aquel momento, todos los esfuerzos fueron encaminados a desgastar a la izquierda revolucionaria para agrandar a la “izquierda” domesticada. Mientras a los “socialistas” la policía franquista no les detenía, los comunistas caían en masa. La dirección del PSOE, con González a la cabeza, siguió los dictados de la CIA al pie de la letra, hasta que por fin llegaron al poder en 1982. Posteriormente, el PSOE tampoco defraudó a sus impulsores.
Podría decir que la Transición no existió, y así ahorrarme la explicación sobre el carácter “modélico” que le atribuyen. Pero, aunque no me extenderé demasiado, no seré tan simplista y añadiré algunos datos.
Tantos años después de su supuesto inicio, la Transición sigue siendo una asignatura pendiente. Como ya he comentado unas líneas más arriba, Juan Carlos de Borbón, rey asignado por Franco para sucederle, aún ostenta la jefatura militar y del Estado sin que la población, a quien se dice representa, se haya podido pronunciar al respecto en todos estos años. Y el príncipe Felipe, con el único mérito de ser hijo del monarca, espera su turno para sucederle.
La democracia y la monarquía, por incompatibles, chocan frontalmente. De modo que la Transición de una dictadura hacia la democracia nunca podrá ser efectiva con un rey como jefe del Estado por medio, y menos todavía si este fue creado e impuesto a su medida y semejanza por el propio dictador a espaldas del pueblo. En todo caso, la denominación más correcta sería la de traspaso.
Lo sangrante del caso es que, quienes insisten en que la Transición sí se hubo dado, la presentan además como modélica ¡Qué cinismo! ¿Modélica? ¡Que no nos vengan con cuentos! Entre 1976 y 1980 la policía, la Guardia Civil y la extrema derecha asesinaron impunemente a más de cien personas, y miles de detenidos fueron salvajemente torturados.
Sin ir más lejos, mi hermano Alfredo, militante revolucionario hoy ya fallecido, fue uno de los muchos que sufrió en sus propias carnes la persecución, el secuestro, la detención y la tortura a manos de los aparatos del Estado.
En todo ese período, Adolfo Suárez fue el presidente del Gobierno. Falangista de camisa azul y mano en alto, Suárez recibió de Franco la Orden Imperial del Yugo y las Flechas, y, tiempo después, la Monarquía le hizo aristócrata asignándole el título de duque. También encontró acomodo como presidente de la Fundación de Victimas del Terrorismo; por supuesto que la enorme cantidad de victimas mortales provocadas por ellos bajo sus mandatos nunca tuvieron cabida en su entidad.
En cuanto a la jefatura del Ministerio del Interior se refiere -estrechamente relacionado con la brutal represión desatada durante aquellos años-, ésta fue repartida entre Manuel Fraga Iribarne -1976, ministro de la Gobernación por aquel entonces-, Rodolfo Martín Villa (1976-1979), Antonio Ibáñez Freire (1979-1980) y Juan José Rosón (1980-1982).
Fraga tiene en su haber a varios asesinados -los de la matanza de Vitoria, los de Montejurra…-. Sin embargo,estos y otros graves incidentes nunca le impidieron presentarse repetidas veces a las elecciones generales, por ejemplo, o presidir la Xunta de Galiza hasta esta última legislatura. Sobra decir, por tanto, que nunca respondió por su sangriento pasado.
De la boca de Rodolfo Martín Villa ha salido en repetidas ocasiones: “todo se lo debo a Franco”. Este detalle sería suficiente para descalificarlo, pero, aunque brevemente, añadiré algo más. Fue gobernador civil y jefe provincial del Movimiento de Barcelona cuando, en esta ciudad, Txiki fue detenido y fusilado -recordemos que condenado sin la aportación de ninguna prueba. Como dirigente del sindicato vertical -franquista-, uno de sus mayores esfuerzos los dedicó a desactivar al movimiento obrero, y, para llevar a cabo su trabajo, no dudó en utilizar la represión policial alternándola con las acciones de sus “incontrolados” matones. A este siniestro personaje el gobierno de Aznar le designó la presidencia de ENDESA, y él se encargó de privatizarla. Dirigiendo la compañía eléctrica consiguió que, en Chile, los indios mapuches fueran expulsados de sus tierras ancestrales para construir una presa. Ejerció, también, como Comisionado del Gobierno -del PP- en relación con la catástrofe del Prestige. En la actualidad es presidente de Sogecable, sociedad ligada al Grupo Prisa. Lo curioso del caso es que en 1978, con Martín Villa como ministro del Interior, las dependencias madrileñas del periódico El País -editado por Prisa-, sufrieron un atentado. La explosión del paquete bomba, que fue reivindicada por un comando de la extrema derecha, mató al conserje Andrés Fraguas e hirió de gravedad a otros tres empleados. Rodolfo Martín Villa no movió ni un solo dedo para detener a los autores.
De Antonio Ibáñez Freire me limitaré a decir que era general del ejército. En cuanto a Rosón, otro falangista de camisa azul y mano en alto hoy ya fallecido, comentar que fue igual de siniestro que sus predecesores. Cuando hubo de dejar el cargo -el PSOE ganó sus primeras elecciones en 1982-, recomendó a Felipe González -con éxito- a un antiguo compañero de militancia franquista para ocupar el puesto que él abandonaba: José Barrionuevo, uno de los máximos responsables de la guerra sucia practicada durante años por el PSOE.
En definitiva que, gracias a la “democracia española”, los responsables de crímenes de lesa humanidad cometidos durante la guerra civil, el franquismo con Franco y el franquismo sin éste -muy vivo aún en nuestros días- no es que no fueron juzgados, sino que muchos de ellos viven todavía con enormes privilegios. La Ley de Memoria Histórica -31 de octubre de 2007- no deja de ser un mal zurcido parche para salir del paso, puesto que tampoco resuelve ni resarce gran cosa.
Y estos son algunos de los “robustos” cimientos en que se apoya la citada “democracia”. Así se entiende que desde 1977 a esta parte acumule 350 muertos, más de 30.000 detenidos, 5.000 prisioneros, 7.000 torturados y varios desaparecidos; que el Comité de Derechos Humanos de la ONU llame la atención al gobierno de Rodríguez Zapatero por las torturas practicadas en las dependencias policiales, e insta a que suprima la legislación que permite el régimen de incomunicación de los detenidos que facilita dichas torturas. Así se entiende que, por el mero hecho de guardar silencio, se ilegalicen partidos y se encarcele a sus dirigentes; que se secuestren revistas, se cierren periódicos y emisoras de radio. Así se entiende que, mientras ex presidentes y otros ex altos cargos cobran sueldos vitalicios, el desempleo en todo el Estado afecte a casi tres millones de personas. Así se entiende que un presidente de Gobierno -Aznar- se involucre en una guerra ilegal -Iraq- y no sea juzgado; sin olvidar que el jefe del Estado y máximo responsable militar del ibérico país difícilmente pudo estar al margen de la decisión invasora. Así se entiende que otro presidente de Gobierno -Rodríguez Zapatero- defendiese en la Cumbre Iberoamericana de Chile -2007- el modelo neoliberal que tanto sufrimiento está causando en toda América Latina, con el perverso propósito de favorecer a las empresas españolas -a la oligarquía que él representa-, y que exigiese respeto para un fascista y criminal -Aznar- que no respeta a nadie. Así se entiende que el único jefe de Estado de toda aquella Cumbre que nunca ha sido elegido por su pueblo –Juan Carlos de Borbón- mandara callar a quien sí lo ha sido y utiliza la verdad y la palabra para defender su legítima causa, la de los pobres…
Y paro. No porque no haya nada más que añadir, sino por lo interminable que puede resultar la presente “lista”.
El próximo 6 de diciembre, los “demócratas españoles de toda la vida” volverán a estar de celebración. La herramienta disuasoria -y represora- habitualmente utilizada por una de “las dos Españas” contra la otra cumplirá treinta y dos años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario